martes, 2 de diciembre de 2008

¿Por que no hicieron nada?

Quién va a pagar la crisis, quién va a sufrir las consecuencias. Thomas L. Friedman columnista The New York Times  comienza su último artículo de este modo:
cuando entro en algún restaurante, miro hacia las mesas a mi alrededor, que con bastante frecuencia siguen repletas de gente joven, y me invade un incontenible deseo de ir mesa por mesa diciéndoles: "Ya sé que no me conocéis de nada, pero tengo que deciros que no deberíais estar aquí. Deberíais estar ahorrando dinero. Deberíais estar en casa comiendo bocadillos de sardinas. Esta crisis económica va a alargarse durante mucho tiempo. Esto no es más que el fin del principio. En serio, pedid que os pongan ese filete para llevar y marchaos a casa".
Las cosas y la gente siguen su ritmo habitual como si no vieran que el sistema financiero está en peligro. Sin embargo los mercados bursátiles y crediticios no se han dejado engañar. Las acciones han empezado a cotizar a niveles de gran depresión, no a niveles de recesión. Ahora, con cuatro euros, se puede comprar una acción de Citigroup, y con lo que sobra, pedir algo en McDonald's.
¿Pensamos que bastará con unos 150.000 millones de euros para zanjar el problema o creemos que, a pesar de todo lo que hemos hecho hasta ahora -a pesar de los 560 millones de euros para sacar a flote a los bancos, del descenso de los tipos de interés y del modo en que ha intervenido directamente la Reserva Federal para apuntalar determinados mercados-, aún falta mucho para tocar fondo y que lo que tenemos delante es un profundo agujero en el que podría caer todo el mundo?".
Jurgen Habermas también anda buscando culpables: ¿Quiénes fueron los responsables de que no se hiciera nada? Son los políticos, y no el capitalismo, los responsables de promover el bien público, asegura en una reciente entrevista, comentada por Soledad Gallego-Díaz. Las élites políticas sabían lo que estaba pasando, pero consideraron que la especulación salvaje era útil para sus propósitos.
Lo más escandaloso es la terrible injusticia social que va a sufrir la mayoría de los grupos sociales más vulnerables, sobre cuyas espaldas recaerá el coste del fracaso del mercado. Van a pagar en su existencia diaria. Por eso es tan desagradable ver a los mismos políticos que evitaron cuidadosamente aprobar leyes reguladoras que impidieran esa feroz especulación hablar ahora de moral y de ética. No será posible creerles mientras que no pongan en marcha las leyes que hace tanto tiempo debieron impulsar.
Por ejemplo, lo que dice este vivales: "Los despidos temporales deberían aprobarse de inmediato".

Estamos viendo las consecuencias:
El paro marca su cota más alta en 12 años y roza los 3 millones al subir en 171.243 parados en noviembre.



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