martes, 10 de marzo de 2009

Una recesión en forma de L

Qué poco necesita la bolsa para alborotarse hacia arriba. Han bastado las palabras de Trichet y de Bernacke, avizorando la proximidad de la luz al final del túnel, para que la bolsa se dispare hacia arriba.

El Ibex cierra por encima de los 7.100 puntos animado por los bancos y el Dow Jones. Gana un 4,93%, la mayor subida del año.- El Dow Jones se anota más de un 4% animado por los datos del Citigroup, que asegura que ha vuelto a ser rentable en los dos primeros meses de 2009.

Sin embargo no hay que cantar victoria. Hay quién lo ve así de mal:
Wolfang Münchau, en su post de ayer en el FT, de lectura imprescindible, habla definitivamente de una recesión en forma de L, y señala que estaríamos “en mitad del recorrido vertical de la letra”. La recuperación definitiva tardará, al menos, cinco años en producirse que es el periodo al que él vincula el proceso global de desapalancamiento tanto de consumidores como de entidades financieras. Paradójicamente a su juicio la mayor parte del ajuste lo van a padecer aquellas naciones como China, Japón o Alemania que gozan de unos importantes superávits en la balanza por cuenta corriente que han determinado el perfil de su modelo productivo y que requiere, para su cambio, no ya competitividad sino flexibilidad y movilidad. Para España predice una mejora sustancial de su desequilibrio exterior como consecuencia de una contracción importante de la demanda interna.
Ambrose Evans-Pritchard recuerda en el Telegraph uno de los, a mi juicio, fundamentos de esta crisis: la responsabilidad de las autoridades monetarias y políticas en la gestación de esta crisis, de forma tal que “echar la culpa al libre mercado es perder el verdadero foco de atención”. Los bancos hicieron, salvo actuaciones inmorales injustificables, lo que les dejaron hacer. A continuación, pone en evidencia la dimensión de la crisis al recordarnos que procesos que en la Gran Depresión tardaron dos años en materializarse, como la contracción de la producción industrial, ahora los hemos despachado en cinco meses. Y ahora, como entonces, en lo que Münchau en su pieza denomina pecados de omisión, las autoridades han perdido 18 meses en darse cuenta de la profundidad del problema. Alude, por último, como el autor alemán, al mayor riesgo que para Alemania se desprende de la situación actual. Respecto a nuestro país, “la agonía española está bien avanzada” (pedazo de traducción patética que me acabo de marcar) hasta el punto que no le extraña que el presidente recomendara al pueblo el lúdico arte del fornicio.
Nouriel Roubini. En un pequeño post en Bloomberg se alinea con los defensores del 500 a 500 (posibilidad de que el S&P500 alcance ese nivel a lo largo de la presente crisis), al que atribuye, no obstante, menos probabilidades que al 600 que es su target oficial, un 12% adicional de caída, a la vez que afirma que “aunque se haga todo bien desde el punto de vista de la política monetaria y fiscal”, que no parece ser el caso, “dos años de recesión, 2009 y 2010, no nos los quita nadie

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