jueves, 9 de abril de 2009

Enric, catalán de edad madura

"¡Mira! Aquí venimos por las mañanas", -panadería en la calle de Sant Pau, donde se regala bollería del día anterior-. Si llegamos a las 9.15, tenemos la suerte de recibir un poco de pan del mismo día. Otros compañeros son fieles al Farggi de la Plaza del Rei, porque ahí dejan una bolsa llena de pastas y bocadillos. Está dura la cosa, hay mucha hambre y la crisis también nos pega porque cada vez hay menos panaderías donantes, precisamente por tantos indigentes que vagan por ahí. ¡Nadie quiere tener su local lleno de vagabundos!".


"I tant! ¿De qué os reís? Fue en 2005, cuando llevaba la pierna rota y no me querían recibir por falta de espacio". -albergue de Almogàvers-, "un trato de animales apretujados, 130 personas luchando por un solo lavabo y dos duchas. Tenía el culo de uno echándose pedos en mi cara, a dos fumando crack, otros dándose de hostias y la asistenta social metiéndose rayas. ¡Así era!".


"¡Mira! Aquí también estuve", -albergue municipal de Sant Joan de Déu, en el Barri Gòtic-, "Uno de los curas se me metió en la ducha con el pretexto de prohibirme usar mi jabón. '¡Como te acerques te rompo la cara!', le dije". "¡También nosotros tenemos nuestro pudor!".


Enric se marcha a esa pensión de mala muerte en el barrio la Ribera, donde vive hacinado con otros 20 que comparten un solo baño. "Ex presidiarios y el lumpen más bajo. Todos somos catalanes. Ningún inmigrante. ¿Estás grabando? ¿Me escuchas, Montilla? ¡Hijos de esta Cataluña a la que le incomoda mirar su propia miseria!".

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