lunes, 15 de junio de 2009

¿Todos mileuristas?

¿Dónde han ido a parar las riquezas generadas en la época de las vacas gordas? Los sueldos se han desplomado. La riqueza creada en todos esos años ha ido a incrementar principalmente las llamadas rentas del capital.
Según la Encuesta de Estructura Salarial del Instituto Nacional de Estadística (INE), un informe cuatrienal, el sueldo medio en España en 2006 (última vez que se realizó) era de 19.680 euros al año. Cuatro años antes, en 2002, era de 19.802 euros. Es decir, que en el periodo de mayor bonanza de la economía española, los sueldos no sólo no crecieron, sino que cayeron, más aún si se tiene en cuenta la inflación. El salario medio en 1995 era de 16.762 euros, que adecuado a la subida de precios ahora sería de 24.000 euros. Se trata del sueldo medio, que incluye el de los que más ganan. La mitad de los españoles gana menos de 15.760 euros al año, es decir, son mileuristas.

Massimo Gaggi y Eduardo Narduzzi, en El fin de la clase media y el nacimiento de la sociedad de bajo coste (Lengua de Trapo) vaticinan un nuevo sistema social polarizado, con una clase tecnócrata reducida y crecientemente más rica en un extremo, y en el otro un "magma social" desclasado en que se confunden las antiguas clases media y baja, definidas por una capacidad de consumo muy limitado.

"Nosotros hablábamos de la aparición de una clase de la masa, es decir, de una dimensión social sin clasificación que de hecho contiene todas las categorías, con excepción de los pobres, que están excluidos, y de los nuevos aristócratas. La clase media era la accionista de financiación del Estado de bienestar, y su desaparición implica la crisis del welfare state, porque la clase de la masa ya no tiene interés en permitir impuestos elevados como contrapartida política que hay que conceder a la clase obrera, que también se ha visto en buena parte absorbida por la clase de la masa. La sociedad que surge es menos estable y, como denunciábamos, potencialmente más atraída por las alarmas políticas reaccionarias capaces de intercambiar mayor bienestar por menos democracia. También es una sociedad sin una clara identidad de valores compartidos, por lo tanto, es oportunista, consumista y sin proyectos a largo plazo".
En otros países la situación es parecida. En Alemania, la clase media -definida por todos aquellos que ganan entre el 70% y el 150% de la media de ingresos del país- había pasado de representar el 62% de la población en 2000 al 54%, y estimaba que para 2020 estaría muy por debajo del 50%.

En Francia, el paro entre los licenciados universitarios ha pasado del 6% en 1973 al 30% actual. Los jóvenes trabajadores que tiraban adoquines e el 68 y contaban entonces con 30 años o menos sólo ganaban un 14% menos que sus compañeros de 50 años; ahora, la diferencia es del 40%. En Grecia, los mileuristas están peor, les llamen "la generación de los 700 euros".

En Nueva York, 1,3 millones de personas se apuntaron a la sopa boba de los comedores sociales en 2007. Un año después, tres millones de neoyorquinos eran oficialmente pobres. Las peticiones de ayuda en Cáritas han aumentado un 40%, y el perfil social del demandante empieza a cambiar: padre de familia, varón, en paro, 40 años, con hipoteca, que vive al día y que ha agotado las prestaciones familiares.

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