La política económica nos dice que hay tres maneras de influir en el consumo.
La primera es utilizar los instrumentos macroeconómicos para aumentar las posibilidades de las personas, mediante una política monetaria expansiva que abarate los tipos de interés y anime a la gente a comprar, o de una política fiscal que reduzca impuestos como el IVA y que abarate los precios de los productos para los consumidores.
La segunda es utilizar la psicología para tratar de influir en las preferencias por el consumo. En este caso se utiliza la persuasión moral.
La tercera consiste en utilizar la política para imponer a alguien la obligación de consumir. Hacer del consumo una obligación política. Por ejemplo, programas masivos de gasto público.Es lo que promete ahora el hombre enfático, este hacedor de planes contra la crisis -uno al menos por semana- cuya eficacia está por ver, y en los que es difícil ver su proyección para poner a este país en la rampa de salida hacia la nueva economía donde enseñanza e investigación -¿se habrá dado cuenta?- serán las claves para la competitividad.
El presidente del Gobierno promete invertir 33.000 millones de euros en obra pública.- 8.000 millones se destinará para los ayuntamientos y 5.000 en inversión medio ambiental.
¿Qué tal las inversiones productivas?
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Un momento para la melancolía.
Kraft Foods anunció ayer cerrará su planta de Mahón (Menorca), dedicada a la fabricación de Tranchettes y quesos El Caserío. (215 puestos de trabajo).
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